Las islas de San Andrés y Providencia esconden tesoros en cada rincón, tesoros que muchas veces pasan desapercibidos para el turismo convencional, que devora lentamente la identidad raizal.

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Carreras de caballos en la playa, pesca a pulmón, carreras de botes, buceo en arrecifes coloridos, exploración de los cayos de la reserva de biosfera SeaFlower, y compartir un rondón con seres queridos son algunas de las experiencias mágicas que dan vida a estas islas y las convierten en uno de los lugares más hermosos del planeta.